Textos sobre la obra

LA NATURA REANIMADA DE MÒNICA CAMPDEPADRÓS

TEXTO: CRISTINA MASANÉS CASAPONSA

Artículo publicado en la 'Revista de Girona' núm. 327 de julio-agosto de 2021 de la Diputación de Girona

Dos exposiciones de Mònica Campdepadrós se solapan este otoño en Girona y en Salt. Esta artista nacida en Barcelona y que vive desde hace años en el Alt Empordà expone doblemente. En La Mercè muestra el trabajo cerámico realizado durante la beca residencia del Bòlit Centro de Arte Contemporáneo que ganó en 2020. Y en Les Bernardes, en el contexto del ciclo anual que este centro de arte contemporáneo dedica a la idea del viaje como descubrimiento, presenta el resultado del diálogo diario que mantiene con el entorno, privilegiado, en el que vive.

A Mònica Campdepadrós le gusta trabajar con materia. Hace tres años, presentó en el Museo del Empordà de Figueres una exposición resultado de una investigación basada en las sillas que durante años han poblado paseos y ramblas de nuestros pueblos y ciudades. Aunque a nivel documental, se centró en la Rambla de Figueres, a nivel plástico se convirtió en un estudio sobre el objeto silla. Mónica construyó unas piezas extraordinarias que interrogaban las formas, la semántica y las polivalencias de este objeto universal y básico que nos conecta con habitantes de tiempos muy antiguos. Bajo el nombre de Sillas, vimos sillas desdobladas, desplazadas, desmenuzadas, cambiadas, convertidas en un dúo o en un terceto, facilitadoras de diálogo… en una impecable exploración formal que iba de la mano de una búsqueda conceptual. Hechas con madera de chopo y de tamaño humano, una de sus sillas fue seleccionada en los Premios ArtsFAD en 2019.

Un año antes, en 2017, había presentado una exposición en la Galería Lola Ventós de Figueres que partía de materiales recuperados de la naturaleza que Campdepadrós volvía a la vida. Con el título de Re/animar, recuperaba bolas de posidonia encontradas junto al mar, alambres desestimados en campos y márgenes Altampordaneses, aros de semales de vino oxidados por el tiempo, cortezas de eucalipto, rotos cerámicos y fragmentos de cristales que, en el último gran incendio que quemó la Albera, habían resistido al fuego replegándose en nuevas formas orgánicas. Comentando la exposición, Eudald Camps citaba muy pertinentemente a Emily Dickinson, cuando esta poetisa americana decía “el más efímero de los momentos posee un pasado ilustre”. Uno a uno, esos materiales efímeros y desestimados por la historia, habían recuperado una nueva alma. Así como el trabajo con el objeto silla se había centrado en una exploración de la forma, esta vez Mónica había respetado la realidad de las formas aplicando un cromatismo tan potente como exquisito. En ese caso, la nueva vida la daba el color.

Recupero estos dos proyectos porque creo que explican bien algunas coordenadas en las que se mueve el trabajo artístico de Mònica Campdepadrós: la investigación formal, el cromatismo y el diálogo con la naturaleza. Unas constantes que pudieron verse el pasado mes de mayo en la Librería 22 de Girona, donde Campdepadròs mostró una serie de obras hechas con madera de chopo en torno a la idea de órbita. De un cromatismo intenso y realizadas con una pulcritud extrema, anillos y círculos, agujeros y latidos evocaban formas planetarias y orgánicas, las mismas que el próximo septiembre podremos ver en la Mercè y en las Bernardes.

Element terra

De la terra a la terra? (Humanitat en transició) és el títol de l’exposició que el proper mes de setembre es podrà veure a La Mercè de Girona. Com explica la Mònica, volia parlar de la “humanitat virtual i hiperconnectada amb una tècnica manual i ancestral com és la ceràmica.” La beca de creació convocada pel Bòlit la va portar a fer una estada al taller de ceràmica de l’Escola Municipal d’Art de La Mercè, on es va tancar durant dies. I és que a la Mònica, l’element terra la connecta amb processos naturals i primaris, una realitat que mai perd de vista. Si bé havia fet alguna incursió, fa uns anys, en l’ús d’aquest material i li havia agradat, aquesta vegada s’hi va posar de veritat. Mesurant volums i buidatges possibles, provant argiles i assecatges, experimentant acabats i portant la matèria fins allà on es aquesta llinda amb el buit, va produir unes grans peces terràqüies damunt les quals va projectar-hi algunes paraules que parlen de la dissort del món d’avui. Són boles del món aixafades, “portades al límit”, explica la Mònica. Al límit de la seva capacitat matèrica però també còsmica i vital. Una peça denúncia interpel·lada per unes figures humanes que fiten la terra des de la seva soledat ciberconnectada. Com diu el títol, connecta l’element terra en el sentit més físic amb la idea de terra com a globalitat i com a repte conjunt. Són aquestes les obres resultants de la seva estada al taller ceràmic i que també tenen molt a veure amb la seva exposició a Salt.

 

Por una estética ecológica de la naturaleza

Cuando el Centro Cultural Les Bernardes invitó a Mònica Campdepadrós, lo hizo en su marco expositivo anual para este 2021. Y es que este centro que a día de hoy concentra una parte destacada de la programación cultural de Girona, adopta un concepto en torno al cual reúne toda la actividad anual. El de este año ha sido la idea del viaje en un sentido muy amplio: como viaje cultural, Grand Tour y como territorio de descubrimiento interior. Es en este contexto donde Campdepadrós presentará, el próximo septiembre, Encontrarse [In natura].

Partiendo de materiales desestimados y hallados en el entorno natural, consigue, con gesto preciso, insuflarles nueva vida. Destaca el acusado sentido circular de algunas intervenciones, una línea que esta artista explora detenidamente, la de la órbita y el círculo, quizás porque tiene en mente el modelo orgánico de todo lo que está vivo, un modelo de lógica cíclica y no lineal, un eterno retornar que pauta buena parte de sus trabajos. Los nidos y aros, los círculos y las constelaciones, nos abocan a un momento meditativo.

Tanto en una muestra como en la otra, encontrará un mundo amenazado y en una situación de gran fragilidad. Es la denuncia de un presente ecológicamente enfermo, con nulos derechos laborales y de un contexto social extremadamente vigilado. En el texto de Las Bernardas, Mónica le explicará que su relación con la naturaleza aboca a la búsqueda interior y al encuentro con uno mismo. Pero (y si me permite) más que en el encuentro con uno mismo, la relación vinculante que su obra establece con el entorno cósmico a mí me lleva hacia el encuentro con una realidad que no es la propia y que se dice naturaleza, ese estado de la vida que nos recuerda que no estamos solos. Gernot Böhme, filósofo y teórico alemán al que debería traducirse más, lo explica muy bien cuando habla de una “estética ecológica de la naturaleza”. Böhme nos recuerda que, entre las necesidades humanas más básicas, no sólo está la belleza, sino también la naturaleza entendida como esa otra realidad que existe por sí misma y que con su vida autónoma, nos conmueve. “No quiere vivir en un mundo en el que sólo se encuentre a sí mismo”, dice Böhme del ser humano. Sea como búsqueda interior, sea como diálogo con una realidad que nos recuerda que no estamos solos, no deje de ir a visitar esta naturaleza convocada a las Bernardas. Es la estética ecológica de la naturaleza o la naturaleza reanimada de Mònica Campdepadrós.


FINIS TERRAE

TEXTO: CRISTINA MASANÉS CASAPONSA

Texto del catálogo impreso por La Mercè de Girona – Ayuntamiento de Girona en 2021

En la mente antigua, finos terrae era mucho más que un concepto geográfico. Si bien indicaba una zona física: el límite occidental de Europa, situado en las costas atlánticas, tanto francesas como peninsulares; en el imaginario de navegantes y comerciantes, marcaba el fin del mundo conocido indicando un punto de no retorno. Quien le cruzaba, caía en el vacío. 

Barro. El barro es tierra, uno de los elementos primordiales del cosmos. Táctil y contráctil, ahora húmedo por la lluvia de otoño, ahora reseco por los efectos de la veraneo, descuartizado o moldeable, sólido o arcilloso, orgánico y mutante pero siempre denso, matérico. Siempre tierra.

Terra es también la intención que anima este proyecto, que le da vida. Es el elemento con el que se confrontó Mònica Campdepadrós en su estancia en el taller de cerámica de la Escuela Municipal de Arte de Girona, en La Mercè. Trabajó intensamente durante un mes, en septiembre de 2020, como ganadora de la Beca Bòlit Residencia Creativa en la edición del mismo año. Tierra fue, durante días de largas horas, un cuerpo físico a manipular y una superficie táctil de posibilidades, pero también de dificultades y resistencias. Lo primero que le hizo falta fue entender que el barro tiene su propio código de vida y que parte de la habilidad de quien lo manipula consiste en saber qué te permite y qué no. Hasta dónde sigue siendo barro y en qué punto deja de serlo. Como la tierra, hay que entender bien hasta dónde podemos seguir hablando de tierra y en qué momento es necesario incorporar palabras nuevas para designarla porque ya no responde a lo que era. Fue así como de una realidad táctil y concreta, húmeda y blanda, que manipulaba, fue pasando a la idea de conjunto. De la arcilla al cosmos, de una parte por completo, del micro al macro, de la materia a la idea. Así fue como el elemento fango se fue convirtiendo en la idea de Tierra. El proyecto se iba configurando.

 

Proceso. Hay unas fotografías preciosas y muy significativas del proceso con el barro realizado por Mònica en el taller de La Mercè. Hay también fragmentos de un diario de trabajo que constatan el método de la probatura y del ensayo y el error, de ese aprendizaje que supone la negociación física con el elemento tierra. Se habla de construcción y deformación, dificultad y ensayos múltiples. Destaca la idea de prueba y experimentación, una manera de proceder que a Mónica no le es extraña. Todas las piezas que aquí se presentan son el resultado del método de ensayo y error.

 

Obras con cabezas. Sin identidad, sin adscripción alguna de etnicidad o de género, ni ningún indicador emocional. Los habitantes de esta tierra que invoca a Mònica Campdepadrós se muestran como pura estructura, como rostros de tráfico entre la humanidad y la máquina. ¿Identidades distópicas? ¿Humanes que han cruzado un punto de no retorno? Si vamos al diario de trabajo, leemos: “Modelaje de la figura, moldes de escayola, ensayos para desmoldear y ensamblaje de las cabezas, cosidos, pulidos, retoques, texturados, perforados… Pruebas de aplastamiento de la cabeza inferior, montaje de la obra de dos cabezas unidas… No satisfacción del resultado, segunda aplicación de óxido de hierro y segunda cocida.”

Androides de arcilla cocida desgranan semióticas sobre la vida. Dos seres unidos por una esfera pequeña de gres blanco y engobeda con blanco de España. Una segunda figura, solitaria, está coronada por otra esfera blanca. ¿A qué remite el blanco? ¿Es el color de la luz? Cabezas que se fusionan y en la fusión pierden la identidad: se aplastan. ¿Qué nos dicen las figuras humanas que han salido de la mente del artista? ¿A qué humanidad nos enfrentan?

 

Esferas y mapas. Pero los humanos convocados por Mònica Campdepadrós habitan en un globo terráqueo, un globo aplastado por sus propias contradicciones. Aquí la tierra se hace macro, se vuelve conjunto y concepto. Y aquí la dificultad técnica también crece, como constata el diario. “Primero las planchas, aprender a hacer esferas con barro, múltiples ensayos de formas rotas o esbozadas, quiebra por su tamaño y forma en la cocida. Investigaciones y cálculos hasta encontrar el dibujo del relieve de las esferas. Construcción de plantillas en papel del relieve tipo esferas geodésicas y traspaso del dibujo a la esfera de barro blanco. Experimentación de construcción de esferas medias con barro refractario, construcción de un molde de media esfera de grandes dimensiones, construcción de esferas grandes y deformación.”

Mónica podría explicarle que, en sus probaturas, había un momento en que la gran bola de barro, la esfera terráquea se derrumbaba y perdía la forma, dejaba de ser esfera. El reto del volumen y el desinflar acompañó todo el trayecto con las esferas, que se aplastaban pero todavía eran globos… aún no habían perdido la forma que las definía, su estado natural. ¿Hasta cuándo? ¿Dónde estaba su punto de no retorno?

Cuando tuvo la forma definida, vinieron los mapas, también de barro y superpuestos, enganchados, como quien dice, sumando política a la geografía. De nuevo leemos: “Búsqueda extensa con muchos ensayos hasta encontrar un mapamundi que se adaptara a las medidas requeridas. Construcción sin molde, de gran dificultad, con varias prendas cosidas.”

 

Letras. Las realidades terráqueas de Mónica, además de mapas, incorporan palabras rojas. Aunque de toda su producción plástica, éste es uno de sus proyectos menos cromáticos, las letras terráqueas son intencionadamente rojas. Y las palabras hablan del estado del mundo en ese aviso de peligro que constata Mónica. Son conceptos que proceden de la ética, la psicología, de la teoría de sistemas y también de la economía. Un diagnóstico y un estado del mundo que es necesario leer detenidamente.

Y final. El resultado de este proceso lo tiene a la vista. Más escultórico que cerámico, queridamente comunicativo, enormemente plástico, cuidadosamente ejecutado, abiertamente reflexivo y en línea con otros proyectos de Mònica que activan la reflexión en torno al cosmos y la necesidad, urgente, de resignificar la relación de los humanos con la naturaleza . Una relación extractiva que la industrialización puesta en marcha desde el siglo XVIII ha llevado a límites alarmantes. Mirado a distancia, la experimentación en el taller que ha llevado a cabo Mónica es una metonimia de este fino terrae que enuncia. Un fino terrae que encontramos en otras obras suyas (es uno de sus temas de trabajo, seguramente porque es también uno de sus temas de vida), ya sean escultóricas, objetuales o pictóricas. Un fino terrae que tiene que ver con una crisis sistémica, una gran fisura planetaria como efecto de una forma de vida abusiva, instrumental y extractiva. Como dice el proyecto: ¿De la tierra a la tierra? [Humanidad en transición]. ¿Estamos ya en las costas atlánticas a punto de precipitarnos en el vacío? Es éste el mensaje plástico que los globos terráqueos de Mònica Campdepadrós vienen a denunciar.


ÒRBITES

TEXTO: ENRIC TUBERT CANADA, HISTORIADOR DEL ARTE

Texto para la Exposición ÓRBITAS 2020-21. Albanyà y Amigos del Museo de Arte de Girona

Entender algo mejor el mundo, profundizar en el autoconocimiento, explorar las posibilidades expresivas de cada material utilizado. Estos son, sin lugar a dudas, tres de los principales objetivos que persigue la obra de Mònica Campdepadrós.

Inquieta, extremadamente perfeccionista, esta artista tiende a sorprendernos en cada una de sus propuestas con unas obras en las que resulta difícil poner etiquetas que especifiquen a cuál de los géneros artísticos tradicionales corresponden.

Amiga de trabajar por proyectos, Campdepadrós entiende la creación como investigación y le gusta llevar al límite la expresividad de los distintos materiales y objetos con los que trabaja. Materiales y objetos que, a menudo, proceden del reciclaje y que ella somete a una reinterpretación formal y funcional absolutamente heterodoxa.

Movida por esta devoción para reinventar el valor funcional originario de materiales y elementos reciclados, Campdepadrós exuda una necesidad ineludible de conceptualizar el objetivo perseguido en cada caso y este hecho provoca que muchas de sus propuestas cristalicen en forma de acciones artísticas con una alta carga escénica o en auténticas instalaciones.

Òrbites es su último trabajo, un conjunto de piezas tridimensionales presentadas verticalmente sobre el muro y que tienen en la geometría el motor de toda la serie. Geometría centrada en esta ocasión en las formas circulares, en las composiciones concéntricas y radiales.

Sirviéndose de la madera de chopo sutilmente teñida, aplicando principios geométricos altamente expresivos y dejándose guiar por una gran coherencia conceptual, sus "círculos", sus "órbitas", sus "paisajes poéticos" se convierten en un ejemplo difícilmente superable de sutileza y pulcritud, un juego paradójico de quietud y dinamismo, un conjunto de obras que como dice la propia artista "van llenando el mundo y ocupando espacios donde son visibles y útiles, como inciertos espacios de acumulación y espera".

Una propuesta que si bien parte del concepto de órbita (una línea más o menos circular que delimita un espacio concreto, en torno a un ente gravitacional, donde ocurren cosas y se crean mundos) no se resigna a explorar los límites conceptuales estrictamente geométricos de este concepto sino que asume todo el valor polisémico que arrastra y acaba ofreciendo un conjunto de obras cargadas de lirismo y de ironía, que nos emocionan e interrogan a partes iguales.


EL MIRALL DE L’ÀNIMA NO ÉS EL ROSTRE

TEXT: ALEXANDRE ROA CASELLAS

Crítica publicada al Diari de Girona en motiu de l’Exposició ‘A LA RECERCA DEL TOT’ a Ca l’Anita de Roses el 08-06-2018

A la recerca del tot pot semblar un títol ambiciós, que intenta abraçar moltes coses en un mateix projecte. De totes maneres, apropar-s’hi amb aquest prejudici no és cap perill, doncs ja s’encarrega la pròpia contemplació de desmentir-lo. El tot és, en aquest singular treball de l’artista Mònica Campdepadrós, un concepte metafísic que busca expressar els contrastos i les conjuncions, posar de manifest les dualitats i les complicitats entre diversos elements que formen part de la vida.

Com si es tractés d’un laboratori, l’exposició presenta una aparent dispersió d’objectes que s’hauran d’analitzar un per un, però que teixeixen una unitat visual. L’abstracció i el colorisme tenen un efecte atraient i enigmàtic, fins i tot lúdic, i la senzillesa formal conviu amb la profunditat. Però aquest projecte és, davant de tot, relacional; la major part de les obres dialoguen directament amb l’observador, algunes físicament busquen la inclusió de la seva mirada per completar-se. I és que el tot, això que cerca l’artista, és el nexe entre les diverses parts o fragments, els vèrtexs que fan possible la interacció entre aquests. És per això que, en cada sèrie o en cada peça, Campdepadrós insisteix en les interseccions, els talls, els punts d’unió, les superfícies reflectants, la repetició d’un objecte amb variacions o la irrupció d’un element que en transforma d’altres. El seu és un treball de codificació de la relació subjectiva del que coneixem sobre què o qui som com a individus i com a societat. Per això és tan adequada la seva imbricació de processos intimistes i introspectius amb conceptualitzacions més generals, que condensen intuïcions al voltant del coneixement científic i els seu vincle amb l’espiritual. No pot deixar, per tant, d’irrompre allò polític, col·lectiu i íntim a la vegada.

L’exposició explora els vincles profunds que relliguen tot el que percibim com a àrees compartimentades de les nostres vides, de la mateixa manera que compartimentem les àrees de coneixement.